Me asomo a mi propio espejo, le grito o le camelo, le endulzo el camino o le empujo. Incitàndome a seguir con vuelo ligero, a sembrar plumas en mis alas, a deslumbrar tus ojos o a encontrarme con ellos en lo alto.
La felicidad va pegada a nosotros como una sombra. Por más que corramos hacia adelante buscándola, siempre nos sigue detrás, hasta que nos paramos a mirar alrededor y le sonreímos.