Sobre el aliento que me envuelve, destructor y creador a un tiempo, suspendo mi tiempo y mi ansia, para escuchar a corazon abierto, al soplo que me abraza.
Un viento huracanado sopla sobre los edificios. Las aves huyen en bandadas.
El fuego del cielo enciende las cosas quietas, y nosotros, que podemos elegir, salimos corriendo, esquivando el miedo, abandonando la tristeza y el lastre del sueño.
Abrirte los ojos, abrir las ventanas de tu casa, soplar con fuerza desde el Oeste, para tirar los muebles donde se acumula el polvo de los días grises...